Todo establecimiento educacional, como toda organización, cuenta con algo que eleva sus espíritus, los aúna, sea éste un emblema o un himno, como es en el caso de nuestro Liceo.
Comunidad liceana: ¿han meditado, alguna vez, acerca del significado, del mensaje, que nos entrega nuestro himno?
“Juventud del Liceo angelino,
Esperanza de un mundo mejor … “
Es el pensamiento expresado a través de estas palabras, llenas de confianza en nosotros, con las cuales, nuestro recordado Gonzalo Arteche, sacerdote, exprofesor de nuestro Liceo, da comienzo a nuestro himno que creó, de seguro, pensando en las futuras generaciones que se formarían, moral e intelectualmente, en estas aulas que, como lo expresa en una de las estrofas de nuestro himno, son “bebedores de Saber “, a los cuales acuden los estudiantes a alimentarse y descubrir el rol o función que les competerá desempeñar dentro y fuera de esta casa de estudios.
El motivo que impulsó al Padre Arteche a escribir nuestro himno, digno de elogio, debe haber sido el gran amor que sentía por éste, nuestro Liceo, el cual le entregó las herramientas que debería utilizar para enfrentarse al mundo. Es por ello, quizás, que se sintió en la obligación de legarnos tan magna creación, en la que nos insta a seguir la senda del bien, para lo cual nos entrega una escala de valores a seguir y nos propone una meta: el alcanzar el “Saber con Virtud”, que no es otra cosa que la conciencia moral, es decir, la constante posición del alma a
obrar bien y evitar el mal, todo lo cual lleva a la perfección de la persona y a alcanzar el grado de dignidad más alto que pueda existir. Lo que propone el padre Arteche; aunque parezca una utopía, debemos practicarlo, puesto que solo depende de nosotros.
En cuanto a la estructura, éste consta de un coro y tres estrofas, cada una de ellas formada por cuatro versos, en las que se puede apreciar una muestra de ideales y valores que debemos considerar para nuestra formación como ciudadanos.
“Juventud el Liceo angelino,
Esperanza de un mundo mejor,
Sigue airosa y constante el camino
Del Saber, la Virtud y el Honor.”
En la primera parte, que corresponde al coro, el Padre Arteche muestra su confianza en la juventud que, con paso constante, marca el progreso. Se puede apreciar, además, el estímulo e incentivo que nos da a seguir: el camino del Saber, la Virtud y el Honor, para lo que, cada joven, con sus propios medios y no otros, forje su propio destino a costa de sudor, esfuerzo y todos los sinsabores que nos presenta la vida.
Del Liceo, en las aulas la ciencia
Presurosa acude a beber
Y al empuje de la inteligencia,
Lograrás al destino vencer.”
Se realza la importancia que tiene el Liceo que, como fuente de agua viva, sacia a todo aquél que aspira al virtuoso Saber que, con el uso de la inteligencia, logrará no esquivar; sino hacerle frente al destino que se muestra implacable; pero no indestructible.
Más que sabia aprende a ser buena
Que el Saber, sin probada Virtud,
Es falaz y engañosa sirena,
Que seduce a la leal juventud.”
En esta estrofa, se nos señala que debemos optar por el “Saber con Virtud”, puesto que la falta de este complemento conduce a aspirar a lo mucho o contundente y no a lo mejor, olvidándose así que existe un aprendizaje fundamental y primordial: el ser bueno, como lo sostiene Sócrates, donde el grado más alto de éste es la bondad, es decir, el obrar bien, lo que refleja un gran imperativo ético.
Se advierte, además, en esta estrofa, que el Saber sin Virtud, plasma de vanagloria al estudiante, llevándolo a sentirse grande y superior, lo que no debe ser, pues el Saber debe ser sinónimo de humildad, como lo refleja Sócrates cuando nos expresa “Solo sé que nada sé”.
Del honor haz un culto ferviente,
La palabra empeñada sostén, La verdad ilumine tu frente
Y en tus actos altiva mantén.”
En la última estrofa, se nos expresa la actitud que debemos adoptar frente a la vida. Implica la comunión en sociedad, pues, el ser humano, no puede subsistir o existir si no es en relación con otros seres humanos. Para ello, se nos invita a cultivar el Honor, latiente en la lealtad, en la sinceridad, en el respeto mutuo, lo que implica el poseer la capacidad de discernir entre lo primario y lo secundario, entre lo bueno y lo malo.
Finalmente, se nos presenta lo real, lo valedero de nuestro aprendizaje: el mantener la frente en alto, mantener firme nuestra postura ante los actos soportando todas las consecuencias que éstos trajesen consigo.
La verdad de sus estrofas, la fuerza de sus palabras, es la herencia que hemos recibido del padre Arteche, quien se sintió beneficiado por la sabiduría entregada por sus maestros, herencia dejada a nuevas y mejores juventudes que, con palabras sencillas, quiso entregar un mensaje, un saludo a quienes ocuparían su lugar, en este emblemático Liceo de excelencia.
Andrés Iván Contreras Gutiérrez
Exalumno
Exdocente de aula
Actual Inspector General